A veces la renuncia nos libera
y es cura de la herida
que crónica se empeña en no cerrarse.
Es el agua bendita
que purga los pecados del despecho.
Es oxígeno puro
para evitar el mal de las alturas.
Un silencio comprado en el mercado
de la necesidad de subsistencia.
Una bandera blanca en la batalla
de días congelados.
A veces la renuncia, es tan solo...
mirar tras los cristales.
Luisa Arellano
y es cura de la herida
que crónica se empeña en no cerrarse.
Es el agua bendita
que purga los pecados del despecho.
Es oxígeno puro
para evitar el mal de las alturas.
Un silencio comprado en el mercado
de la necesidad de subsistencia.
Una bandera blanca en la batalla
de días congelados.
A veces la renuncia, es tan solo...
mirar tras los cristales.
Luisa Arellano
No hay comentarios:
Publicar un comentario