lunes, enero 4

Presentimiento


Más de Silvina Ocampo.

Durante muchos días me seguiste.
En el canto del pájaro, en las sombras,
en las modulaciones del espacio:
aprendí a conocerte.
Yo sentía tu luz atravesarme
como una flecha de oro envenenada.
Te desobedecía arrepentida.
Me hablabas en secreto.
En los espejos rotos, en la tinta
azul de los cuadernos que dejabas
sobre la mesa de mi dormitorio.
Yo temblaba al mirarte, yo temblaba
como tiemblan las ramas reflejadas
en el agua movida por el viento.
Ahora que conozco tus señales,
tu piel y tus orejas, tu semblante,
no trataré de desobedecerte,
y me arrodillaré frente a tu imagen,
implacable sibila que me sigues.

Diálogo



Te hablaba del jarrón azul de loza,

de un libro que me habían regalado,
de las Islas Niponas, de un ahorcado,
te hablaba, qué sé yo, de cualquier cosa.

Me hablabas de los pampas grass con plumas,
de un pueblo donde no quedaba gente,
de las vías cruzadas por un puente,
de la crueldad de los que matan pumas.

Te hablaba de una larga cabalgata,
de los baños de mar, de las alturas,
de alguna flor, de algunas escrituras,
de un ojo en un exvoto de hojalata.

Me hablabas de una fábrica de espejos,
de las calles más íntimas de Almagro,
de muertes, de la muerte de Meleagro.
No sé por qué nos íbamos tan lejos.

Temíamos caer violentamente
en el silencio como en un abismo
y nos mirábamos con laconismo
como armados guerreros frente a frente.

Y mientras proseguían los catálogos de largas,
toscas enumeraciones,

hablábamos con muchas perfecciones

no sé en qué aviesos, simultáneos diálogos.

Silvina Ocampo