domingo, diciembre 12

Alegoría del tiempo


Somos moderadamente felices,
los dos vivíamos en una afinidad absoluta:
las palabras no pueden expresar la experiencia.
Yo tampoco.

De Concha García.

Cansancio


Sentada es como si bebiera largos tragos de playa,
pócimas de tonterías y me cortase las uñas,sin compañía.
Es un cuento más, una residenciacara.
Piso el suelo con bocados de ansiedad
y me lleno de reliquias el cuerpo, salgo asustando.
Repito en larguísimo silencio abulias
y taconeo deslizándome sin prisa
por las avenidas buscando un no sé qué,
aquello que no se nombra porque no se sabe
y acapara gran parte del día ponerme bajo una sombra.
La que sea, a estas alturas elijo la que sea.

De Concha García.

jueves, diciembre 9

Pamplinas


De pie
como la espina inextinguible
a pesar del insecticida del gusano
y esas larvas larvisísimas
con pestañas sonrisas y zapatos
Se perdona lo que no se olvida
Únicamente los muertos han olvidado
El olvido es un señor
con lentes de aumento aumentados
Como la rosa tiene derecho al día
la mujer ha devolver
lo que el hombre ha sembrado

De Ana María Iza

miércoles, diciembre 8

Cosas que no tendremos


Cosas que no tendremos:

Las mañanas de abril largas de amor y sueño.
Las tardes de noviembre con lluvia interminable.
Las noches del verano tercamente estrelladas.
Todas las madrugadas dulcísimas de otoño.

Cosas que me he perdido:

No sabré del sabor de tu boca dormida.
No acunaré a tus hijos. No beberé tu vino.
No lloraré contigo viendo ningún ocaso.
No me amanecerá tu vientre entre las sábanas.
Tengo todo un tesoro de lagunas y ausencias,
un muestrario completo de páginas en blanco.

De Josefa Parra

Te explico la diferencia


Puedo pasar la vida contando
los exactos lunares de tu vientre,
siguiendo en el espejo tu mirada,
ahuyentando tus fantasmas;
si quieres, siéndome un poco tú.
Puedo pasar la vida.
Pero vivir, amor, es mucho más que eso;
es crecer y dormir y envejecer contigo,
reñir y bromear, y no vernos a veces,
o vernos como extraños alguna madrugada.
Es la recia costumbre que de pronto fulgura
con una hermosa lumbre de pasión y demencia.

De Josefa Parra

lunes, noviembre 29

Sótano del recuerdo


Es pura tontería que vivo entristecida
Y que estoy por el recuerdo torturada.
No soy yo asidua invitada en su guarida
Y allí me siento trastornada.
Cuando con el farol al sótano desciendo,
Me parece que de nuevo un sordo hundimiento
Retumba en la estrecha escalera empinada.
Humea el farol. Regresar no consigo
Y sé que voy allí donde está el enemigo.
Y pediré benevolencia... pero allí ahora
Todo está oscuro y callado. ¡Mi fiesta se acabó!
Hace treinta año se acompañaba a la señora,
Hace treinta que el pícaro de viejo murió...
He llegado tarde. ¡Qué mala fortuna!
Ya no puedo lucirme en parte alguna,
Pero rozo de las paredes las pinturas
Y me caliento en la chimenea. ¡Qué maravilla!
A través del moho, la ceniza y la negrura
Dos esmeraldas grises brillan Y el gato maúlla.
¡Vamos a casa, criatura!
¿Pero dónde es mi casa y dónde mi cordura?

De Ana Ajmatova.

sábado, noviembre 27

Hemos llevado juntos esta pena...


Hemos llevado juntos esta pena
como vaso de frágil porcelana.
Nos hemos arropado
con el mismo cobertor de tristeza.
Hoy has cabido
dentro de un puño frío y apretado,
pero, a pesar de todo, te dormiste.
Eres hombre cabal hasta en el sueño.
Te duermes sin caer, sin derribarte,
te duermes como deben de dormirse
los cíclopes, los hércules, los dioses.
Los centauros, las fieras, así duermen.
Tienes el abandono de los grandes
y si el sueño te llega, tu victoria
la pregona las sombras y los mástiles.
Toda la tierra vela cuando duermes:
hombre, pecho de mar, párpado oscuro,
pan de trabajo, río de sudores,
hombre puro de cara a la fatiga
acosado de dientes y veranos.
Eres más hombre aún cuando se encierra
tu limpia forma de mirar la vida.
Hombre mío, cansado y solitario,
tenaz defendedor de pan y risas,
condenado al amor y al sufrimiento,
hombre, amor al que arrimo mi desvelo,
compañero de almohada y despertares.
Si tú has dormido al fin, también yo puedo,
y si tú velas, en amor yo velo.
Venga ya para mí un trozo de olvido,
tome mi pecho el ritmo de tu pecho.
No nos pudo la pena, y de tu mano
corrió la sombra y se apagó en mi río,
corrió el dolor y se agostó en mi vena,
me inundaste de sueño junto al tuyo
y me dormí junto a tus costillares.

De Pilar Paz Pasamar.

miércoles, noviembre 24

Madrigal de un antigua voz


Cuando tu voz se pierda
en las veloces veleidades del aire,
y forme torbellinos de crepúsculos
o de quemantes oros,
si todavía escucho,
si todavía al alma
le impresionan los sonidos,
recordaré tus tiernas servidumbres,
tus estériles soledades
y el destino de las palabras pronunciadas.
Como si mirara un relicario
donde viviera escondido tu retrato.

De Serafina Núñez

martes, noviembre 23

Solterona


Esta chica de quien hablamos
en un paseo de abril ceremonioso
con su último pretendiente
súbitamente se asombró muchísimo
del charlar de los pájarosy las hojas caídas.
Así, afligida, ella vio
que los ademanes de su amante
agitaban el aire y se irritó
entre el caos de flores y de helechos acres.
Juzgó los pétalos confusos, la estación ajada.
¡Cómo deseó el invierno!
Austeramente, en orden minucioso
de blanco y negro de hielo y roca, todo deslindado,
de corazón a fría disciplina sometió,
exacto cual copo de nieve.
Pero he aquí: un capullo
de sus cinco sentidos de gran dama
una grosera confusión deduce:
traición intolerable.
Que el rinda al caos de la primavera: prefirió retirarse.
Y rodeó su casa de alambradas y muros impasables
contra el tiempo rebelde
tanto que nadie lo rompiera con maldiciones,
puños, amenazas,ni con amor tampoco.

De Sylvia Plath

jueves, noviembre 18

Porque me traían tu sueño...


Porque me traían tu sueño
yo amé los cielos de la tarde
y los árboles solos.
Y amé los mares en el alba
y las barcas abandonadas,
porque en ellas iba encontrando
¡tu recuerdo!
Ya sin los cielos de la tarde
ni los mares del alba
¡te tengo!
Libre de las imágenes
¡te tengo!
Porque ahora te amo
en esta soledad mía
sin recuerdos.

De Esther de Cáceres.

Desde nunca te quiero y para siempre...


Desde nunca te quiero y para siempre,
desde todo y quizá y para siempre,
desde el rotundo rayo que sube
por la acequia de las horas
al látigo crecido en mis pupilas ponientes,
veloz mi voz, mi viento:
vértigo de desembocadura
y el más ingrato delta para acabar el viaje.
Hasta la nada espero,
hasta lo lejos de la memoria inútil
y el cráter sin crepúsculo,
hasta la duda embriagada de rótulos celestes,
en la fiebre y la luna imantada de agosto.

De Amalia Iglesias.

domingo, octubre 31

Where is my man


Nunca te tengo tanto como cuando te busco
sabiendo de antemano que no puedo encontrarte.
Sólo entonces consiento estar enamorada.
Sólo entonces me pierdo en la esmaltada jungla
de coches o tiovivos, cafés abarrotados,
lunas de escaparates, laberintos de parques o de espejos,
pues corro tras de todolo que se te parece.
De continuo te acecho.El alquitrán derrite su azabache,
es la calle movible taracea de camisas y niquis,
sus colores comparo con el azul celeste o el verde malaquita
que por tu pecho yo desabrochaba.
Deliciosa congoja si creo reconocerte
me hace desfallecer: toda mi piel nombrándote,
toda mi piel alerta, pendiente de mis ojos.
Indaga mi pupila, todo atisbo comprueba,
todo indicio que me conduzca a ti,
que te introduzca al ámbito donde sólo tu imagen
prevalece y te coincida y funda,
te acerque, te inaugure y para siempre estés.

De Ana Rossetti.

La muerte de la imaginación...


"Lo que más temo es la muerte de la imaginación"
Sylvia Plath

El corazón no tiene quien le escriba,
nadie se atreve a cruzar la noche
remando en la intemperie
( nadie se ve )
Y si no fue más que un amor negro,
susurrante que nada da,
el viaje más lejano
fue el de mi cabeza hacia su hombro
( el más inútil )
La rama golpea en la terraza
pero es solamente oscura.
El miedose sienta
a comer un pastel en la cocina
( y dice que es real )
¿Alguien pudo tocar a la desesperación?
Terciopelo, papel de diario, una lata oxidada,
no hay vacuna contra las superficies.
El mundo es un hueco tapado con barniz
( y no respira. )

De Paulina Vinderman.

jueves, octubre 28

En el fondo el olvido


"En el fondo el olvido es un gran simulacro repleto de fantasmas " Mario Benedetti

Como un cuadro que ha sido descolgado a destiempo
y deja una marca gris en la pared vacía,
mi cuerpo se desprende más allá del olvido,
ocupa su lugar.
Lejos del paraíso, donde ya no es posible
enmascarar el sueño desencajado del desaparecido,
ni blanquear la mano atormentada del delito,
ni difamar los labios en mitad de la piedra.
Como el escalador que apoya todo el cuerpo
en los resquicios del vacío, paso sin ser notada
abriendo las compuertas borrando los caminos,
con la boca nodriza y los ojos ausentes.
Rehén de la memoria, rememoro el olvido,
ese gran simulacro repleto de fantasmas
que arrastran su silencio hacia el abismo.
Como el ilusionista
que dibuja pañuelos en la seda del aire,
me guardo inútilmente una paloma
quebrada en las trincheras de la noche.

De Rosana Acquaroni.

miércoles, octubre 27

Certidumbre de ausencia.


Regreso al mismo café.
Las horas lentas que pasaron en vano
atraviesan conmigo la puerta giratoria.
Y al fondo, entre las mesas,
una sonrisa tuya me mira como entonces.
Pero otra vez esos labios extraviados
tampoco son tus labios, no hay sonrisa
y el mármol de esta mesa
certifica en mis manos un mensaje de frío.


De Amalia Iglesias.

lunes, octubre 25

L'oiseau


Me posé en el alambre de aquel día.
El Sol estaba exhausto.
Soportaba su corona de invierno.
Un vaho translúcido sedaba la ciudad.
Sólo el cielo encontró con qué cubrirse.
Los álamos sin tierra,
sin su arraigo mimético en el suelo,
intercambiaban risas de ojos tristes, de ajena desnudez.
Tu lienzo, contra el álamo, esperaba
"El Sol reparte sus oros,
los álamos verde-plata
se engalanan y hacen coro
de los coros de cigarra"
Las plumas que me arrancaste
no hizo falta que volvieras a pintármelas.
Me posé en el columpio de alambre de tu firma
y despunté mis arias.


De Esther Giménez.

jueves, octubre 21

Asedio


"Si te ponen miedo mis ojos ausentes,
mis ojos noctámbulos, mis ojos dementes..."

León de Greiff

No me culpes.
Por rondar tu casa como una pantera
y husmear en la tierra tus pisadas.
Por traspasar tus muros,
por abrir agujeros para verte soñar.
Por preparar mis filtros vestida de hechichera,
por recordar tus ojos de hielo
mientras guardo entre mis ropas
un punzón de acero.
Por abrir trampas
y clavar cuchillos en todos tus caminos.
Por salir en la noche a la montaña
para gritar tu nombre
y por manchar con él los blancos paredones
de las iglesias y los hospitales.
Hay en mí una paloma
que entristece la noche con su arrullo.
Mi noche de blasfemias y de lágrimas.

"Círculo y Ceniza"

De Piedad Bonnet.

martes, octubre 19

Plenilunio


Por cada mujer
que muere en ti
majestuosa
digna
malva
una mujer
nace en plenilunio
para los placeres solitarios
de la imaginación traductora.

De Cristina Peri Rossi.

domingo, octubre 17

Busco una enfermedad que no me acabe...


Pintura: Richard Miller.
Busco una enfermedad que no me acabe
sino el dolor constante de la vida:
algo para fingir que estoy dormida
detrás de este temblor de escarcha grave.
Busco un agua cósmica que lave
la lágrima terrible que me oxida;
busco el morir distinto, y voy herida
por la pena vulgar que nadie sabe.
Y así me marcho, sonriendo a todos,
luminosa de gracia y desventura,
con el secreto horror hasta los codos;
callándome en el verso y en la prosa,
para que escriban en mi tierra dura:
esta mujer ha muerto de dichosa.

De Carilda Oliver Labra.

sábado, octubre 16

Mi mal...



En vano ansiosa tu amistad procura
adivinar el mal que me atormenta;
en vano, amigo, conmovida intenta
revelarlo mi voz a tu ternura.
Puede explicarse el ansia, la locura
con que el amor sus fuegos alimenta...
Puede el dolor, la saña más violenta,
exhalar por el labio su amargura..
Mas de decir mi malestar profundo,
no halla mi voz, mi pensamiento, medio,
y al indagar su origen me confundo:
pero es un mal terrible, sin remedio,
que hace odiosa la vida, odioso el mundo,
que seca el corazón...¡En fin, es tedio!

De Gertrudis ómez de Avellaneda.

lunes, octubre 11

El espino...


Al lado tuyo, pero no de tu mano:
así te miro andar por el jardín de verano:
las cosas que no pueden moverse
aprenden a mirar.
No necesito perseguirte a través del jardín;
en cualquier parte los humanos
dejan señal de lo que sienten,
flores esparcidas en el polvo del camino,
todas blancas y doradas, algunas levemente
alzadas por el viento de la tarde.
No necesito seguirte adonde estás ahora,
hundido en la ponzoña de este campo,
para saber la causa de tu huida,
de tu humana pasión, de tu rabia:
¿por qué otra cosa dejarías caer
todo aquello que has acumulado?

De Louise Elizabeth Gluck

sábado, octubre 9

La Musa


Imágen: cedida por Karina Balmaceda.
Yo la quiero cambiante, misteriosa y compleja;
con dos ojos de abismo que se vuelvan fanales;
en su boca, una fruta perfumada y bermeja
que destile más miel que los rubios panales.
A veces nos asalte un aguijón de abeja:
úna raptos feroces a gestos imperiales
y sorprenda en tu risa el dolor de una queja;
¡En sus manos asombren caricias y puñales!
Y que vibre, y desmaye, y llore, y ruja, y cante,
y sea águila, tigre, paloma en un instante,
que el Universo quepa en sus ansias divinas.
Tenga una voz que hiele, que suspenda, que inflame,
y una frente que, erguida, su corona reclame
¡de rosas, de diamantes, de estrellas o de espinas!

De Delmira Agostini.

Barajando recuerdos...


Barajando recuerdos
me encontré con el tuyo.
No dolía.
Lo saqué de su estuche,
sacudí sus raíces en el viento,
lo puse a contraluz:
Era un cristal pulido,
reflejando peces de colores,
una flor sin espinas que no ardía.
Lo arrojé contra el muro
y sonó la sirena de mi alarma.
¿Quién apagó su lumbre?
¿Quién le quitó su filo a mi recuerdo-lanza que yo amaba?

De Claribel Alegría.

lunes, octubre 4

El claustro elegido


No busco nada.
A nadie aguardo en este día.
Esperar es una de las raras estratagemas de Dios
para detenernos en un punto.
Mi país:montaña verde y lluvia.
Un caballo se pierde
en la llanura imaginada,
que ahora está vedada a mis ojos.
Busco la intensa reflexión:
la de los libros amigos,
la luz interna que preciso para vivir,
el candil de oro,el Eclesiastés y la paciencia de Job.
A mi edad y en un país de lluvia,
el claustro es una elección.
Ahí se pierden los contornos.
La vida se diluye en un ir y venir
del trabajo al café, del café a la taberna.
Busco la infancia que soy:
la llanura, la sombra del árbol gigantesco,
el único mar sin fondo,
el caballo desbocado en su furia,
el verdor de la montaña junto al cielo.
Me gusta quedarme a solas
sintiendo como la sangre
me nutre de nuevas vestiduras.
A solas me pertenezco.
No hay dicotomía entre el espejo y yo.
Una vive y la otra sueña.
Juntas recordamos a un hombre.
Juntas hemos escrito estos versos.

De Mía Gallegos.

miércoles, septiembre 29

Síndrome de abstinencia


No es tan tóxico ya:
también caduca el amor
en la fecha señalada en su dorso.
Ya no es ese veneno tan eficaz,
ni acaso necesaria
la urgente sobredosis.
Qué cualidad letal
la del amor filtrado en la memoria.
Regreso a las palabras y compruebo
que nunca se contagian o enferman
con las fases de mi intoxicación o mi delirio.
Siempre más sanas,
siempre a punto de ser dadas de alta
y de dejarme un poco más enferma.
Y nunca simultánea he sentido
la fiebre en mi otro cuerpo,
el que tiene por vísceras palabras.

De Aurora Luque

El escondite


Tengo miedo.
Jugábamos al escondite.
Yo me ocultaba
y tú me perseguías.
Pasaron largas horas
y tú no me encontrabas.
Pasó la primavera,
se esfumaron los largos días de verano
y vino el otoño
con su crujir de madera seca
y vino el invierno
con su dolor de corazón sepultado en la nieve.
Te espero en mi rincón
y tengo miedo.

De Irene Sánchez Carrón.

Al final...


Que pocas cosas duelen. Digamos, por ejemplo,
que se puede no amar de repente y no duele.
Duele el amor si pasa hirviendo por las venas.
Duele la soledad, latigazo de hielo.
El desamor no duele. Es visita esperada.
No duele el desencanto. Es tan sólo algo incómodo.
Somos así, mortales irremediablemente,
sin duda acostumbrados a que todo termine.

De Irene Sánchez Carrón.

Análisis tardío...


Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;
que todo aquello que toco ya lo he tocado;
que soy prisionero de un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída;
que las aguas están estancadas
y todo tiene sabor a viejo;
que también el humorismo
forma parte del bloque inamovible;
que no hago otra cosa
que reducir lo nuevo a lo antiguo;
que no intento todavía reconocer quién soy;
que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre;
que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;
que no saldré nunca de aquí por más que sonría;
que doy vueltas de un lado a otro por la tierra
como una bestia enjaulada;
que de tantas cuerdas que tengo
he terminado por tirar de una sola;
que me gusta embarrarme
porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura;
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.

De Pier Paolo Pasolini.

jueves, septiembre 23

Historia breve de una mujer de lejos...


Una mujer espera en el andén
y se asoma al hueco breve de su impronta.
Cuando llegó sin haberlo previsto
el sol quebró su cápsula rojiza
y sorprendió un quejido de escorpiones.
Quizá entonces no pensara en la estampida
y fuera un simple juego comenzar
pero hoy el sol es una moraleja.
Con su abolida oscuridad de cobres
oculta una nostalgia entre los hombros
y destruye el cascarón
oyendo voces
quizás pasos ascendiendo la escalera
o algún ruido inusual inesperado.
Una mujer de lejos se convence
desdice sus arranques y sus duda
con tal de que alguien quiera responderle
de que alguien quiera amar
de que alguien pueda.
Una mujer recoge caracoles
insuficientes como cuello de botella
y cuelga en su cadena
una angustia amarilla.
Disfraza cuanto puede
su estirpe de ermitaño
pidiendo a gritos una desbandada
y el corazón se vuelve un rótulo impreciso
que dice ya no puedo.

De Odette Alonso.

sábado, septiembre 18

Ven


Ven, oye, yo te evoco.
Extraño amado de mi musa extraña,
ven, tú, el que meces los enigmas hondos
en el vibrar de las pupilas cálidas.
El que ahondas los cauces de amatista
de las ojeras cárdenas...Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña!
Ven, tú, el que imprime un solemne ritmo
al parpadeo de la tumba helada!
el que dictas los lúgubres acentos
del decir hondo de las sombras trágicas.
Ven, tú, el poeta abrumador,
que pulsas la lira del silencio: la más rara!
La de las largas vibraciones mudas,
la que se acorda al diapasón del alma!
Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña!
Ven acércate a mí, que en mis pupilas
se hunden las tuyas en tenaz mirada,
vislumbre en ellas el sublime enigma
del "más allá", que espanta...
Ven... acércate más... clava en mis labios
tus fríos labios de ámbar,
guste yo en ellos el sabor ignoto,
de la esencia enervante de tu alma!
Ven, oye, yo te evoco
extraño amado de mi musa extraña!

De Delmira Agustini

El Arroyo


¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena...
Yo muero extrañamente...
No me mata la Vida,
¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena...
Fluía triste y triste como un llanto de ciego
cuando en las piedras grises
donde arraiga la pena como un inmenso lirio
se levantó tu ruego.
Mi corazón, la piedra más gris y más serena,
despertó en la caricia de la corriente
y luego sintió cómo la tarde, con manos de agarena,
prendía sobre él una rosa de fuego.
Y mientras la serpiente del arroyo
blandía el veneno divino de la melancolía,
tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza,
la coroné de un beso fatal,
en la corriente vi pasar un cadáver de fuego...
Y locamenteme derrumbó
en tu abrazo profundo la tristeza.

De Delmira Agustini.

lunes, septiembre 6

Que necia salir por esa ciudad...


Que necia salir por esa ciudad
a recoger mis confidencias entre adúlteras
poetas de diarios pueblerinos
burguesías napoleónicas y analizadas
solitarios a los que no recuerdo
en sus actuales escenarios legales
salvo algunas soledades
de domingo a la tarde en la provincia
alguna etapa antes de volver
al verdadero destino ignorado
que necia creer que siempre más allá
había un imperio con toda su fanfarria
y el exotismo de sus colores
y no sólo este trabajo mínimo y constante
ser armonioso sin conciliar unir sin renunciar
sé que largué un bumerang
que todavía no volvió...

De Juana Bignozzi

viernes, septiembre 3

Salvaje


Salvaje como el viento,
y arisca, y triste...
a veces como un rezo a la muerte,
y otras veces dichosa,
y transparente,
y otras veces turbia
como esos charcos
donde nadie bebe...
Naranja salvaje, verde agria,
y otras veces dulce,
roja por dentro
como tal vez fueran
algunas de las que rezuman en el monte
y nadie prueba.
Salvaje,
como mi cabello de batalla de insomnio,
como mis uñas mordidas
como mis cejas rebeldes,
y otra vez tierna con la voz ausente.
Salvaje,
como la garra en la que estrujaría mi corazón
cuando se encierra en víscera.
Como la despavorida coraza de la selva.
Como el tigre
en disentida mancha tras la presa.
Como el asombro de Adán
ante el rostro espiral de la tormenta.
Como mi deseo
si alguna vez se despertara
y no hallara la multitud en torno.
Como el gozo que entrecierra mis ojos
y abre las puertas de mi grito de par en par.
Como el dolor que me atraviesa
con sus crines mordidas por el fuego.
Con el infinito miedo de mis noches
poblándose de monstruos.
Como mi impulso frenético
de golpear o besar,
y a veces recogida
como un murmullo al sol,
y a veces abandonada
y a veces abandonada
y quieta
como la certeza del amor,
y silenciosa,
como la alcoba de mis horas
entreabriendo furtiva a la sorpresa.
Salvaje como mi audacia,
y otras veces
miedosa y tímida y cubierta,
y otras veces
con la impudicia latiendo a flor de ropa.
Salvaje deshaciéndome de mí misma,
y aullando y resonándome
despedazada y estremecida
y tensa
entre el lino dormido de las sábanas.
Fruta roída, y otras veces intacta,
semilla, pulpa, zumo,
toda guardándome para la augusta nada.
Naranja salvaje, verde, agria,
con dolor de colores en la cáscara,
y algunas veces dulce,increíble
y algunas veces,
cuando nadie me prueba,
miel y lágrima.

De Matilde Alba Swann

En este día de lluvia...


Un gris limpio, monótono, inasible,
en este día de lluviay cielo enfermo,
el corazón del agua está soñando
con bandadas de pájaros de vidrio,
y en la rama otoñal, junta la ausencia,
luces mojadas, y voces de aluminio.
Hay como un gato gris rondando en torno,
así de blando,asíde ojo amarillo.
Es casi tarde, mi niñez descalza,
viene a buscarme por un largo río,
bajo un mar vertical deshilachado,
y un silencio de océano dormido.
Salgo a su encuentro, quedo de su mano,
me desnudo en su piel, líquida cuna,
vuelvo a mi antiguo manantial,
deshago, gota a gota, pausada, mansa, muerta.
Bajo un llanto de techos castigados,
somnolientos, reencarno, soy de lluvia.

De Matilde Alba Swann