domingo, agosto 29

La distraída..


No estás ya aquí.
Lo que veo de ti,
cuerpo, es sombra, engaño.
El alma tuya se fue
donde tú te irás mañana.
Aún esta tarde
me ofrece falsos rehenes,
sonrisas vagas, ademanes lentos,
un amor ya distraído.
Pero tu intención de ir
te llevó donde querías lejos de aquí,
donde estás diciéndome:
«aquí estoy contigo, mira».
Y me señalas la ausencia.

De Pedro Salinas.

No le consientas tanto, que acostumbras...



No le consientas tanto,
que acostumbras mal a mi corazón.
Exige, hiere.
Niégale a mi pregunta lo que inquiere,
si pide luz, mantenla en las penumbras del amor.
Cuanto más lo alzas y encumbras
más insaciable está.
Mi amor prefiere luchar por la respuesta,
y que él espere impaciente
la luz con que me alumbras.
No le perdones nada a mi descuido
que me duele ser siempre la deudora
de tanto amor, y tal renunciamiento.
Dame que perdonar. Yo te lo pido.
Hiere mi corazón, hiérele ahora
para que perdonando esté contento.

De Pilar Paz Pasamar.