viernes, diciembre 9

Te seguiré callada



Te seguiré por siempre, callada y fugitiva,
por entre oscuras calles molidas de nostalgia,
o sobre las estrellas sonreídas de ritmos
donde mecen su historia tus más hondas miradas.
Mis pasos desatados de rumbos y fronteras
no encuentran las orillas que a tu vida se enlazan.
Busca lo ilimitado mi amor, y mis canciones
de espalda a los estático, irrumpen en tu alma.
Apacible de anhelos, cuando el mundo te lleve,
me doblaré el instinto y amaré tus pisadas;
y serán hojas simples las que iré deshilando
entre quietos recuerdos, con tu forma lejana.
Atenta a lo infinito que en mi vida ya asoma,
con la emoción en alto y la ambición sellada,
te seguiré por siempre, callada y fugitiva,
por entre oscuras calles, o sobre estrellas blancas.

De Julia de Burgos.

jueves, diciembre 8

La vida plena.


A algunos les han quitado las ganas de hablar,
pasan mudos por el amor,
aman perros vagabundos
y tienen una piel tan sensible
que nuestros pequeños saludos cotidianos
pueden producirles heridas casi de muerte.
Nosotros, seres amables e inofensivos,
miramos los gatos enfermos,
las mujeres con collares
que pasan por la calle
y sentimos un desamor agradable,
casi suficiente.

De Juana Bignozzi.

viernes, julio 15

Mujer que duerme


La mujer ve la luna cruzar por el rectángulo
y abraza al perro
antes de abrirse al sueño.
Luna sobre la piel
piel de sirena
Sueños desportillados
amaneceres blancos
Se estira, lee lo que escriben sus amigos
los ama tanto
los ama a todos
El penacho del volcán le avisa
que hay viento norte
A los cincuenta y tantos,
dueña de una ventana
de diez metros de largo
su vientre está dormido
Las sábanas son frescas
La ciudad gime
La mujer sueña
De Ana María Rodas.

miércoles, julio 13

Hoy es noche de sombras...


Hoy es noche de sombras
de recuerdos-espada
la soledad me tumba.
Nadie que aguarde mi llegada
con un beso
y un ron
y mil preguntas.
La soledad retumba.
Quiere estallar de rabia
el corazón
pero le brotan alas.
De Claribel Alegría.

Cómo será el encuentro..?


¿Cómo será el encuentro?
Descarnados los dos
sin tu mirada
sin mis labios
posándose en los tuyos.
Partículas de luz quizá seremos
que se atraen
se buscan
se amalgaman.
De Claribel Alegría.

domingo, julio 10

Criatura múltiple


"Pero Dios, deshabítame el alma de este enjambre
de estas abejas negras que yo dulce alimento..."

Ni siquiera yo sé por qué me vive
la vida, este aluvión de torpes luces
en criaturas reunidas, aguas
que vienen a mezclarse al caudal mío...

Soy yo tantas mujeres en mí misma!
¡Están viviendo en mí tantas promesas,
tantas desolaciones y amarguras,
tanta verdad que no me pertenece!

Tengo la vida demasiado ciega
con recuerdos -¿de dónde?- que me agobian,
con nostalgias profundas -¿de qué cimas?-
¡Y mi voz, viene a veces tan lejos!

¿Qué estéril hembra honda me recorre
esta heredad vital que soy, gritando?
¿Qué mujer oscurísima y humilde
dispone en mí este sol para el consuelo?

¿Qué caminante altísima se cansa
de poblarse en la luz hacia la sombra
y se acoge al origen, a mi orilla,
junto a los dulces animales vivos?

¿Vengo de raza de mujeres tristes,
con todas las tristezas silenciadas,
o que callaron el susurro exacto
del amor, y me empujan a decirlo?

¿Quién me ha ordenado ineludiblemente
hablar con voz ajena a mi silencio,
presintiendo, crecida, o recordando,
existiendo a la vez de tantos modos?

Yo, múltiple, plural, amigos míos,
no soy nada. Soy todo. Soy aquélla
que se quejaba a Dios de no ser río
y ser mar, ser clamor y no palabra,
ser laberinto y no sencilla ruta,
ser colmena y no ser única abeja...


De María Beneyto.

Mi Mal


En vano ansiosa tu amistad procura
adivinar el mal que me atormenta;
en vano, amigo, conmovida intenta
revelarlo mi voz a tu ternura.

Puede explicarse el ansia, la locura
con que el amor sus fuegos alimenta...
Puede el dolor, la saña más violenta,
exhalar por el labio su amargura..

Mas de decir mi malestar profundo,
no halla mi voz, mi pensamiento, medio,
y al indagar su origen me confundo:

pero es un mal terrible, sin remedio,
que hace odiosa la vida, odioso el mundo,
que seca el corazón...¡En fin, es tedio!

De Gertrudis Gómez de Avellaneda.

lunes, julio 4

El sótano de los recuerdos


Es pura tontería que vivo entristecida
Y que estoy por el recuerdo torturada.
No soy yo asidua invitada en su guarida
Y allí me siento trastornada.
Cuando con el farol al sótano desciendo,
Me parece que de nuevo un sordo hundimiento
Retumba en la estrecha escalera empinada.
Humea el farol. Regresar no consigo
Y sé que voy allí donde está el enemigo.
Y pediré benevolencia... pero allí ahora
Todo está oscuro y callado. ¡Mi fiesta se acabó!
Hace treinta años se acompañaba a la señora,
Hace treinta que el pícaro de viejo murió...
He llegado tarde. ¡Qué mala fortuna!
Ya no puedo lucirme en parte alguna,
Pero rozo de las paredes las pinturas
Y me caliento en la chimenea. ¡Qué maravilla!
A través del moho, la ceniza y la negrura
Dos esmeraldas grises brillan
Y el gato maúlla. ¡Vamos a casa, criatura!

¿Pero dónde es mi casa y dónde mi cordura?
De Ana Ajmatova

Llegué a visitar al poeta...


Llegué a visitar al poeta
Exactamente al mediodía, un domingo.
En el cuarto espacioso reinaba el silencio
Afuera, en la calle, hacía frío.

Un sol agradable se paseaba
Sobre el tupido humo grisazul...
El poeta me miraba fijamente,
En silencio, como un gran anfitrión.

Es mejor ser cuidadosa
Y no mirar nunca a sus ojos;
Son ojos tan extraños
Que jamás se pueden olvidar.

No olvidaré ese encuentro
Aquel brumoso mediodía de domingo
A las orillas del Neva
En una casa grande y gris.
De Ana Ajmatova.

miércoles, mayo 25

Desde siempre


Tu paso -de una sílaba-
por mi larga fila de palabras vacías
estaba anunciado desde siempre
Tu paso de ecos

como la lluvia
de tu tierra amada
era realidad antes de verte

Tu paso
de cascabel y gaita
era lo que en mi alma acontecía

cuando la visitaban de niña los presagios


De María Clara González.

Encuentro


Si la vida nos regala otro encuentro
te dejaré ser tú
seré
sencillamente yo
Escucharé la melodía
de tu música
y la mía
cuando se unan

De María Clara González.

Busqueda


¿Hasta cuándo la luz en la ventana
y el corazón ansioso

bebiéndosela a sorbos.

¿Hasta cuándo
la cacería de sueños
sin destino...?

De María Clara González.

domingo, abril 17

Porque me traían tu sueño


Porque me traían tu sueño
yo amé los cielos de la tarde

y los árboles solos.

Y amé los mares en el alba

y las barcas abandonadas,
porque en ellas iba encontrando
¡tu recuerdo!

Ya sin los cielos de la tarde

ni los mares del alba
¡te tengo!
Libre de las imágenes

¡te tengo!
Porque ahora te amo

en esta soledad mía
sin recuerdos.


De Esther Cáceres.

Tú harás suave mi sueño


Tú harás suave mi sueño
cuando todas mis ramas hayan sido cortadas
y no quede más que una libertad sin recuerdos...
Llegará tu silencio!

Ya mi oído no se inclina a los días ni a las noches,
ya la última esperanza se me borra en tu cielo...
¡Llegará tu silencio!
Mi alma sabe que un día tú harás suave mi sueño...


De Esther Cáceres.

domingo, abril 10

Cosas que no tendremos


Cosas que no tendremos:

Las mañanas de abril largas de amor y sueño.
Las tardes de noviembre con lluvia interminable.
Las noches del verano tercamente estrelladas.
Todas las madrugadas dulcísimas de otoño.

Cosas que me he perdido:

No sabré del sabor de tu boca dormida.
No acunaré a tus hijos. No beberé tu vino.
No lloraré contigo viendo ningún ocaso.
No me amanecerá tu vientre entre las sábanas.

Tengo todo un tesoro de lagunas y ausencias,
un muestrario completo de páginas en blanco.


De Josefa Parra.

jueves, abril 7

Hasta luego



Me vais a perdonar,
es ya la hora
de esconderme en el alma.
Una jornada como ésta tiene demasiada luz.
¿Cuánta palabra hubo,
cuánto vuelo
agobiador formaron los petreles?
El camino quedó como camino
debajo de los pasos?
Y tú, pobre emoción de cada día,
retornarás después de esta mañana?

¡Cómo duele ir al paso de las ancas,
las orejas tibias,
como se cansa el dedo que acaricia las cosas cotidianas!
Hasta luego. Mi pecho no os resiste.
Ya vuestra mansedumbre me hace daño

¡y hay tanto que esperar en el silencio!
Mañana, quiera Dios, será otro día.

Pilar Paz Pasamar.

viernes, marzo 25

Había olvidado las cosas simples...


Había olvidado las cosas simples
como decir hola y sonreír
mirar a través de las vidrieras
y buscar golondrinas de verano,
tomar los parques de la mano
y vestirme de muselina blanca
así transparente como el aire.
Había olvidado el olor
de la mañana,
el chocolate y su espuma
del cielo de colores
y ese empezar el día
con alas y canciones.
Vuelvo a sentir la tentación
de mirar a los hombres
descubrir que tienen pasos largos
una barba con sueños,
que pueden inventarnos palabras
como arrullos
y ser una luz placentera entre los poros.
Vuelvo a encontrar esa dulce pereza
de entretener el ocio con gaviotas,
un castillo que trepe hasta mi alma
y ese violín detenido en una nota larga,
vibrante, elástica, como una piel enamorada.
Quiero el agua del grifo,
verla correr, dejar que dance su humedad en mis manos,
el olor del jabón y esa espuma que hace globitos
y me tienta a imaginar planetas transparentes
con hombrecitos pequeñas
de orejas largas y pupilas moradas.
La noche es una cama con almidón de sueños
y un amor vertical que me acompaña.

De Beatriz Zuluaga.

jueves, marzo 24

Si preguntan por mí...



Si preguntan por mí...
diles que salí a cobrar la vieja deuda

que no pude esperar que a la vida

se le diera la gana de llegar a mi puerta.
Diles que salí definitivamente
a dar la cara
sin pinturas
y sin trajes el cuerpo.
Si preguntan por mí...

diles que apagué el fuego,

dejé la olla limpia y desnuda la cama,

me cansé de esperar la esperanza

y fui a buscarla.

Diles que no me llamen...

Quité el disco que entretenía en boleros

el beso y el abrazo
la copa estrellé contra el espejo
porque necesitaba convertir
el vino en sangre
ya que jamás se dio el milagro

de convertirse el agua en vino.

Si preguntan por mí...

diles que salí a cobrar la deuda

que tenían conmigo el amor,

el fuego, el pan, la sábana y el vino,
que eché llave a la puerta
y no regreso.
¡Definitivamente diles que me mudé de casa!


De Beatriz Zuluaga

Esta nostalgia


Este sueño que vivo,
esta nostalgia con nombre y apellido,

este huracán encerrado tambaleando mis huesos,
lamentando su paso por mi sangre...
No puedo abandonar el tiempo y sus rincones,
el valle de mis días está lleno de sombras innombrables,
voy a la soledad como alma en pena,

desacatada de todas las razones,

heroína de batallas perdidas,
de cántaros sin agua.

Me hundo en el cuerpo,
me desangro en las venas,

me bato contra el viento,

contra la piel que untada está a la mía.

Qué haré con mi castillo de fantasmas,

las estrellas fugaces que me cercan
mientras el sol deslumbra

y no puedo mirar más que su disco

-redondo y amarillo-
la estela de su oro lamiéndome las manos,

surcándome las noches,
desviviéndome,
haciéndome desastres...

Me entregaré a los huracanes

para pasar de lejos por esa luz ardiendo.

Estoy muriéndome de frío.



De Gioconda Belli

domingo, marzo 13

Sobre un mármol


Tantos recuerdos juntos en el viento,
tantos jardines juntos que recuerdan
sin nadie nadie ya que los recuerde,
tantas fuentes con ángeles, sirenas,
tritones o cupidos o pescados,
tanto mar en el sueño hecho de mármol,
tantas flores de caña ya perdidas
detrás de las mareas de los ríos
y un “moriré o no moriré muy pronto”
que dicen deshojadas margaritas
en lugar de "me quiere" o "no me quiere".


De Silvina Ocampo

Quiero morir si de mi vida no hallo..


Quiero morir si de mi vida no hallo
la meta del misterio que me guía,
quiero morir, volverme ciega y fría
como la planta que fulmina el rayo.

Si lo que ansío decir es lo que callo,
y si he de aborrecer lo que quería
sin asco y sin vergüenza hasta este día,
si todo lo que intento es mero ensayo,

será porque he vivido de mentiras.
Por no morir quiero morir. El viento
que suena entre los muros con sus liras

o el hibisco bermejo, o el fragmento
de la luna, siempre algo, hasta mi queja,
me deslumbra y me deja más perpleja.
De Silvina Ocampo.

Envejecer


Envejecer también es cruzar un mar de humillaciones cada día;
es mirar a la víctima de lejos, con una perspectiva
que en lugar de disminuir los detalles los agranda.
Envejecer es no poder olvidar lo que se olvida.
Envejecer transforma a una víctima en victimario.

Siempre pensé que las edades son todas crueles,
y que se compensan o tendrían que compensarse
las unas con las otras. ¿De qué me sirvió pensar de este modo?
Espero una revelación. ¿Por qué será que un árbol
embellece envejeciendo? Y un hombre espera redimirse
sólo con los despojos de la juventud.

Nunca pensé que envejecer fuera el más arduo de los ejercicios,
una suerte de acrobacia que es un peligro para el corazón.
Todo disfraz repugna al que lo lleva. La vejez
es un disfraz con aditamentos inútiles.
Si los viejos parecen disfrazados, los niños también.
Esas edades carecen de naturalidad. Nadie acepta
ser viejo porque nadie sabe serlo,
como un árbol o como una piedra preciosa.

Soñaba con ser vieja para tener tiempo para muchas cosas.
No quería ser joven, porque perdía el tiempo en amar solamente.
Ahora pierdo más tiempo que nunca en amar,
porque todo lo que hago lo hago doblemente.
El tiempo transcurrido nos arrincona; nos parece
que lo que quedó atrás tiene más realidad
para reducir el presente a un interesante precipicio.
De Silvina Ocampo.


domingo, marzo 6

Resucitado recuerdo


Hoy resucitó un dolor maldito.

Te vi cruzando la calle,
tranquilo,
sin prisa.
Apenas nos separó el aliento,
busqué tu mirada.
Casi probé tus caricias.

Volteaste el rostro,
ella se acercó suavemente,
tejió sus dedos entre tus manos
y una sonrisa en común brilló.

Retrocedí nerviosa.
Mi mente voló a otra fecha:
la misma calle,
la misma hora...
Tu, yo. Ella al acecho.

Alucinaron mis ojos,
recordé cuando eras buitre volando
en círculos de aurora tras mi negra cabellera.
Volví a sentir el fuego de tu sable
y tu boca hurgando en mi boca.

El llanto reventó en mi cara,
congeló mi sangre.
Se entumieron mis manos...
Tu, ella. Yo en el olvido.

Me di la vuelta,
caminé con prisa.
vomité tu nombre en la siguiente esquina.



De Lina Zerón.

La casa...


Llegó el momento de partir
el hogar en dos.
Bien:
comencemos por los rincones donde las arañas
tejieron también su historia.
Hablemos de los muros y sus cuadros.
¿Cuál eliges?
¿El del día de la boda,
el retrato de la niña
o el de vacaciones en verano?
Quiero el antiguo bodegón
para recordar las comidas familiares.

Mira la casa:
permanece ahí de pié
pero sin alma.

¿Con cuál alcoba deseas quedarte?
¿Aquella donde los gemidos
algunas vez fueron música perfecta?
¿O el cuarto azul
donde echó raíces la cuna para siempre?
¿O el jardín
donde todavía se columpian las sonrisas?

Deseo la terraza,
esa roja plataforma de minúsculos ladrillos
donde lluvias y palomas encontraron su refugio,
donde todavía transpiran las estrellas
y no hay sombra que oculte los engaños.

Te regalo los espejos
saturados de susurros, ecos familiares,
desfigurados rostros
que hoy se desangran en reproches.

Pero tienes razón:
tal vez aquí ya nada nos retenga.
A la frontera tal vez llegamos
entre el amor que vacila y las cenizas.

Viéndolo bien,
no puedo partir en dos la casa:
te la regalo toda
con todo y promesas de futuros sublimes.

Como cortinas viejas
te regalo lo que queda:
este cielo sombrío
y este desvencijado viento
que dejaste al cerrar la puerta principal.


De Lina Zerón.

Tormenta...


En los cipreses,
los búhos.
En los pinos,
las lechuzas.
En los álamos,
los grajos.
En las escobas,
Las brujas.
De Gloria Fuentes.

viernes, marzo 4

Yo que moriré vendiendo las joyas


Yo que moriré vendiendo las joyas
que nunca tuve

extiendo esta mano como si blandiera guante de encaje

que no conoció

porque hizo domésticas tareas

con sentido histórico hartazgo y cierta dignidad
yo que moriré
espero limpia y perfumada
y es probable con olor a decencia

no olvidaré el escenario inaugural

donde se encendieron y apagaron las luces

donde creció mi adolescencia
y murió mi juventud.


De Juana Bignozzi.

sábado, febrero 26

Soy una mujr sin problemas.


Todos lo saben
y entonces buscan mi compañía
para charlar por las noches.
Sin embargo yo conozco a alguien
que quiere morir en paz consigo mismo
y me produce estremecimientos,
insomnio, soledad,
porque la paz conmigo misma
sería una guerra sin fin,
dos o tres asesinatos inevitables
y alguna entrega desmedida
que no entra en mis planes.
Sin embargo yo sueño por las noches
con un jardín inmenso
donde los muertos se levantan para saludarme;
yo sueño con un hombre
que me inquieta y como lo ignora
me habla amigablemente del resto del mundo
y de mis múltiples amores, tan simpáticos,
tan apropiados como tema de conversación.

De Juana Bignozzi.

Domingo a la tarde


Cuando se sientan frente a frente
amores imposibles, quincallería amistosa,
tipos que se atrevieron
y esa mujer intensa que lleva augurios
a felicidades que nunca entenderá,
la buena gente desecha las malas palabras,
la buena gente dice
todos tienen posibilidades en la vida,
sienten crecer su amor por esa mujer intensa,
tan sola, que vivirá siempre detrás de una ventana
y todo lo que le ofrecen está demasiado azucarado.


De Juana Bignozzi.

viernes, febrero 25

Supiste quién era


Supiste quién era
antes de que yo empezara a sospecharlo
ahora caminando
por lejanas y míticas ciudades

soy tu triunfo
vos hiciste esa figura
que recorre
lugares que nunca conocerás
pero son sólo tuyos para siempre
vos los soñaste yo los conozco

para mí las fachadas para vos el deseo
lo único posible de ser llamado eternidad


De Juana Bignozzi

jueves, febrero 24

Revuelta con el viento


Revuelta con el viento
mi alma has arrastrado
hasta la orilla de tu alma.
Mas mi cabeza
anclada en ese cuerpo
se revela contra la distancia
y poseída asedia tu aislamiento.
Te busca fieramente en tus palabras
con los ojos heridos
en medio de un incendio.

De Clara Janés.

Me he despertado de pronto...


Me he despertado de pronto,
tú me estabas gritando enfurecido
destrozabas la noche,
rompías en pedazos la materia.
He comprendido entonces
tu obsesión
por las manos manchadas de sangre
También yo mataría,
incluso a ti:
me haces soñar sin tregua,
no me dejas dormir.

De Clara Janés
.

No quisiera que lloviera...


No quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en esta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo
sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizá tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto.

De Cristina Peri Rossi.

miércoles, febrero 23

Viento lluvia y un paraguas...


De negro va, pero llega tardía
como siempre, es una imagen cotidiana

verla acercarse a las lindes de todo

como si el centro fuese un lado,
y
teme mucho que la contradigan
cuando
sin estar cobijada,
el tiempo apremia.


De Concha García.

martes, febrero 22

Hoy es noche de sombras


Hoy es noche de sombras
de recuerdos-espada
la soledad me tumba.
Nadie que aguarde mi llegada
con un beso
y un ron
y mil preguntas.
La soledad retumba.
Quiere estallar de rabia
el corazón
pero le brotan alas.

De Claribel Alegría.

Eres recuerdo


No sé si con tu muerte
has quedado a la zaga
¿eres recuerdo?
o has dado un salto repentino
que yo tendré que hollar
hasta alcanzarte.


De Claribel Alegría.

Llegué a visitar al poeta


Llegué a visitar al poeta
Exactamente al mediodía, un domingo.
En el cuarto espacioso reinaba el silencio
Afuera, en la calle, hacía frío.

Un sol agradable se paseaba
Sobre el tupido humo grisazul...
El poeta me miraba fijamente,
En silencio, como un gran anfitrión.

Es mejor ser cuidadosa
Y no mirar nunca a sus ojos;
Son ojos tan extraños
Que jamás se pueden olvidar.

No olvidaré ese encuentro
Aquel brumoso mediodía de domingo
A las orillas del Neva
En una casa grande y gris.
De Ana Ajmatova.

Otoño


¿Qué estoy haciendo ahora,
varada en mi ventana,
mientras un nuevo otoño
incendia los pinares
y derrama en mi mesa
su dulce llamarada?

(Y tu piel allá lejos,
y tu boca temprana)

¿Y por qué este inventario
de ardores y de inviernos,
de la sed y del agua?

(Y tu risa perfecta.
Y tu boca lejana...)


En la soledad espesa
de esta noche de octubre
una puerta se abre...
Tal vez sea sólo el viento.
Seguramente, nadie.

Tal vez sólo la lluvia,
penetrante y cercana,
con sus húmedos dedos
llamando en mis cristales.

Tal vez sólo el crujido
con que se ensaña el tiempo
sobre la piel opaca de las fotografías

Tal vez nunca se abra
la puerta del deseo.

Mas tal vez esta noche
de octubre suntuoso
se produzca el milagro.

(Y ni yo sé decir
el milagro que espero...)


De Isabel Rodríguez Baquero.


domingo, febrero 20

Insomnio


¡Insomnio, amigo mío!
Otra vez tu mano.
Mientras alzo mi copa
te encuentro en la callada,
en la sonora noche.

¡Déjame que te embruje!
¡Prueba!
No trates de ascender
sino de ir hacia adentro...
Ya te llevo...
Susurra con los labios:
¡Paloma! ¡Amigo!
Prueba.
Déjame que te embruje.
Bebe
de todas las pasiones,
huye
de toda noticia.
Calma.
Concede,
amiga...
Abre los labios.
Abre los labios al placer
y, al borde de la tallada copa,
bebe.
Absorbe.
Traga
hasta el no-ser.
¡Amigo! ¡No te enfades!
¡Déjame que te embruje!
¡Bebe!
De todas las pasiones
la más apasionada,
y de todas las muertes
la más dulce... mis manos.

¡Déjame que te embruje! ¡Bebe!
Desaparece el mundo. Ningún lugar:
orillas inundadas... Bebe mi golondrina
perlas fundidas.
Y tú bebes el mar,
bebes el alba.
¿Con qué amante es la juerga?
¿Con el mío?
Bebe, pequeño,
que ya compararemos.

Y si preguntan, ¡responderé!
El porqué de las mejillas lívidas.
Con Insomnio me fui de juerga, sí.
Con Insomnio me fui de juerga.
De Marina Tsvetaieva.

Es sencilla mi ropa


Es sencilla mi ropa,
pobre mi hogar.
¡Soy una isleña
de islas remotas!

¡Nadie me hace falta!
si entras -pierdo el sueño.
Por calentarle la cena a un Extraño
quemaría mi casa.

Si me miras -ya nos conocemos,
si entras -¡quédate a vivir!
Es sencillo nuestro fuero,
está escrito en la sangre.

En la palma de la mano tendremos
la luna, si nos place.
Si te vas -es como si no existieras,
y como si tampoco yo existiera.

Miro la marca del cuchillo:
¿sanará antes
de que venga otro extraño
a pedirme agua?
De Marina Tsvetaieva.

Te quiero porque...


Te quiero porque aprendo contigo a ser distinta...


Te quiero porque aprendo contigo a ser distinta.
A sonreír de pronto
cuando me miras detrás de los paisajes
que inventas para mí cada mañana.
Porque recortas telas, cartones, ventanales,
tejados y azoteas.
Porque pintas cobaltos y rojos bermellones
o simplemente hieres de azules y azafranes
las puertas de mi casa.
Porque eres suave y hueles como las caracolas
y, en ciertas ocasiones, me robas los perfumes
que ya nunca me pongo.

* * *

Te quiero porque fumas...


Te quiero porque fumas y bebes y blasfemas
y escribes sin cesar por las paredes
o en la estación del tren
o en los bordes urgentes de una alcoba vacía.
Porque le has puesto verbos al dolor que te invade
y aunque lo llames Marta
soy yo quien te acompaña
por esa travesía pesarosa de un nombre.
Y te quiero por todo o casi ya por todo
lo que me das o quitas o me pones.
Y sabes, tú lo sabes, y yo también lo sé,
que formas laberintos para que me distraiga
y me quede dormida cuando llega la tarde.

* * *

Te quiero porque un día ...

Te quiero porque un día me llevaste hasta el río
y al vuelo de las aves que anidan en el agua.
Y me tocaste el hombro para darme el aliento
que pierdo en ocasiones.
Porque me miras grave
y me guiñas los ojos para poder seguirte.
Y me alientas,
y me acoges,
y me retienes por el aire cuando vuelo sin rumbo
o he perdido el oriente.

De Elsa Lopez


sábado, febrero 19

Hay


Hay destinos
donde lo que carece de temblor no es sólido.
Hay amores
en los que el mundo no te basta, falta un pasito.
Hay placeres
en los que te castigas por el arte, pues el arte es pecado.
Hay momentos de mutismo
en que la boca de la mujer hace pensar que el pudor es sólo
cuestión de sexo.
Hay cabellos teñidos por un meteoro
donde es el diablo quien hace la raya.
Hay soledades
en las que miras sólo con un ojo y miras sólo sal.
Hay momentos de frío
en los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas.
Hay momentos de gravedad
en los que sientes que has caído ya entre los que caen.
Hay silencios
que debes expresarlos tú, ¡precisamente tú!
De Vladimir Holan.

miércoles, febrero 16

Desafío a la vejez


Cuando yo llegue a vieja
- si es que llego -
y me mire al espejo
y me cuente las arrugas
como una delicada orografía
de distendida piel.
Cuando pueda cortar las marcas
que han dejado las lágrimas
y las preocupaciones,
y ya mi cuerpo responda despacio
a mis deseos,
cuando vea mi vida envuelta
en venas azules,
en profundas ojeras,
y suelte blanca mi cabellera
para dormirme temprano
- como corresponde -
cuando vengan mis nietos
a sentarse sobre mis rodillas
enmohecidas por el paso
de muchos inviernos
sé que todavía mi corazón
estará - rebelde - tictaqueando
y las dudas y los anchos horizontes
también saludaran mis mañanas.
De Gioconda Belli

lunes, febrero 14

Ensueño


Para fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema
que en el más brioso y rápido corcel
Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre sólo de silencio y paz.

De Emily Dickinson.

In requiem


Estoy cansada de amar,
y de vivir,
y de morir.
Estoy cansada de pensar que amo,
y que vivo,
y que muero.
Quiero salir del mundo
y entrar en mi casa.
Estoy cansada de vivir la orilla del amor.
Busco la cercanía del pez,
sus grandes ojos subterráneos.
Mis manos recorrerán su cuerpo,
hablaremos en burbujas,
óvalos serán nuestros besos.
Comeremos, dormiremos,
nos abrazaremos al fondode las rocas.
Pero no basta ser pez. Oro en el ojo.
Es origen dar pasos en la niebla,
caminar la tempestad
y ropas y cabellos y cuerpos
se deslían, silentes, en la imagen.

De Jeannette Clariond.

sábado, febrero 12

El fin de la jornada


Bajo una pálida luz
Corre, danza y se retuerce
La Vida, impura y gritona.
Tan pronto como a los cielos
La gozosa noche asciende
Y todo, hasta el hambre calma,
Ocultando la vergüenza
Se dice el Poeta: «¡Al fin!
Mis vértebras, como mi alma,
Codician dulce reposo;
De fúnebres sueños lleno
La espalda reclinaré
Y rodaré entre tus velos,
¡Oh refrescante tiniebla!»

De Charles Baudelaire.

A una transeúnte


La calle atronadora aullaba en torno mío.
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina
Una dama pasó, que con gesto fastuoso
Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos,
Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas.
De súbito bebí, con crispación de loco.
Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,
El placer que aniquila, la miel paralizante.
Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza
Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer.
¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás?
¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,¡
Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!

De Charles Baudelaire.

viernes, febrero 11

Disyuntiva


La tentación se llama amor
o chocolate.
Es mala la adicción.
Sin paliativos.
Si algún médico,
demonio o alquimista
supiera de mi mal
cosa sería de andar
toda la vida por curarme.
Pues tan sólo una droga,
con su cárcel del olvido
me salva de la otra.
Y así, una vez más,
es el conflicto:
O me come el amor,
o me muero esta noche de bombones.

De Juana Castro.

El desconocido


Un desconocido es mi amigo
uno a quien no conozco
Un desconocido lejano, lejano
por él mi corazón está lleno de nostalgia
Porque el no está cerca de mi
quizá porque no existe?
Quién eres tú
que llenas mi corazón de tu ausencia
que llenas toda la tierra de tu ausencia?

De Par Lagerkvist.