lunes, octubre 11

El espino...


Al lado tuyo, pero no de tu mano:
así te miro andar por el jardín de verano:
las cosas que no pueden moverse
aprenden a mirar.
No necesito perseguirte a través del jardín;
en cualquier parte los humanos
dejan señal de lo que sienten,
flores esparcidas en el polvo del camino,
todas blancas y doradas, algunas levemente
alzadas por el viento de la tarde.
No necesito seguirte adonde estás ahora,
hundido en la ponzoña de este campo,
para saber la causa de tu huida,
de tu humana pasión, de tu rabia:
¿por qué otra cosa dejarías caer
todo aquello que has acumulado?

De Louise Elizabeth Gluck