jueves, enero 14

Deja Vu


Vuelve a soñar
que en tus pies
te caben mis zapatos.

No le temas al tiempo
que has pasado
sin rozarte con mi sombra.

Tu cárcel de palabras
no me importa,
mis zapatos
están llenos de ti,
me perteneces cada vez que camino
por tu memoria suicida
de amante condenado
al desamor perpetuo.

Vuelve a soñar
que soy yo la que te mira
en el espejo del baño,
y tu abrazo me hace ser
idéntica a ti.

No le temas al tiempo
que dejaste pasar
cada vez que mis labios
evocaban tu rastro
de pequeño secreto
guardado en un reloj
con forma de juguete.

Vuelve a soñar
que nos cruzamos
en un desierto lleno
de lagartijas y aguacates,
y las mañanitas se transforman
en nuestro último baile.

Vuelve a soñarme ahora
que ya eres viejo
y me atrevo a buscarte
sin pedirte permiso
porque fuiste mi cuerpo
ya mi también me duelen tus cadenas.

De Ana Merino.

Vaso furtivo.



Por todo lo breve y frágil,
superficial, fugitivo,


por lo que no tiene bases,
argumentos ni principios;

por todo lo que es liviano,
veloz, mudable y finito;
por las volutas del humo,

por las rosas de los tirsos,
por la espuma de las olas

y las brumas del olvido...

por lo que les carga
poco
a los pobres peregrinos
de esta trashumante tierra
grave y lunática,
brindo
con palabras transitorias
y con vaporosos vinos
de burbujas centelleantes

en cristales quebradizos...

De María Eugenia Vaz Ferreira.

Libertad Salvaje


Me gustan los juegos en que todos
son arrogantes y malignos,
en que son tigres y águilas
los enemigos.

Libertad salvaje
Que cante una voz altiva:
"¡Aquí, muerte, allí -presidio!"
¡Luche la noche conmigo,
la noche misma!

Volando voy -tras de mí van las fieras;
y con el lazo en las manos yo me río...
¡Ojalá la tormenta
me haga añicos!

¡Que sean héroes los enemigos!
¡Acabe en guerra el convite!
Que sólo quedemos dos:
¡El mundo y yo!

De Marina Tsvetáieva

Destino


Matamos lo que amamos.
Lo demás no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca.
A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos.
¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante para los dos.
Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
¡Ah! pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio;
su actitud que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen.
Se vuelve - antes que lo devoren - ( cómplice, fascinado )
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.

De Rosario Castellanos.