sábado, febrero 26

Soy una mujr sin problemas.


Todos lo saben
y entonces buscan mi compañía
para charlar por las noches.
Sin embargo yo conozco a alguien
que quiere morir en paz consigo mismo
y me produce estremecimientos,
insomnio, soledad,
porque la paz conmigo misma
sería una guerra sin fin,
dos o tres asesinatos inevitables
y alguna entrega desmedida
que no entra en mis planes.
Sin embargo yo sueño por las noches
con un jardín inmenso
donde los muertos se levantan para saludarme;
yo sueño con un hombre
que me inquieta y como lo ignora
me habla amigablemente del resto del mundo
y de mis múltiples amores, tan simpáticos,
tan apropiados como tema de conversación.

De Juana Bignozzi.

Domingo a la tarde


Cuando se sientan frente a frente
amores imposibles, quincallería amistosa,
tipos que se atrevieron
y esa mujer intensa que lleva augurios
a felicidades que nunca entenderá,
la buena gente desecha las malas palabras,
la buena gente dice
todos tienen posibilidades en la vida,
sienten crecer su amor por esa mujer intensa,
tan sola, que vivirá siempre detrás de una ventana
y todo lo que le ofrecen está demasiado azucarado.


De Juana Bignozzi.

viernes, febrero 25

Supiste quién era


Supiste quién era
antes de que yo empezara a sospecharlo
ahora caminando
por lejanas y míticas ciudades

soy tu triunfo
vos hiciste esa figura
que recorre
lugares que nunca conocerás
pero son sólo tuyos para siempre
vos los soñaste yo los conozco

para mí las fachadas para vos el deseo
lo único posible de ser llamado eternidad


De Juana Bignozzi

jueves, febrero 24

Revuelta con el viento


Revuelta con el viento
mi alma has arrastrado
hasta la orilla de tu alma.
Mas mi cabeza
anclada en ese cuerpo
se revela contra la distancia
y poseída asedia tu aislamiento.
Te busca fieramente en tus palabras
con los ojos heridos
en medio de un incendio.

De Clara Janés.

Me he despertado de pronto...


Me he despertado de pronto,
tú me estabas gritando enfurecido
destrozabas la noche,
rompías en pedazos la materia.
He comprendido entonces
tu obsesión
por las manos manchadas de sangre
También yo mataría,
incluso a ti:
me haces soñar sin tregua,
no me dejas dormir.

De Clara Janés
.

No quisiera que lloviera...


No quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en esta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo
sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizá tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto.

De Cristina Peri Rossi.

miércoles, febrero 23

Viento lluvia y un paraguas...


De negro va, pero llega tardía
como siempre, es una imagen cotidiana

verla acercarse a las lindes de todo

como si el centro fuese un lado,
y
teme mucho que la contradigan
cuando
sin estar cobijada,
el tiempo apremia.


De Concha García.

martes, febrero 22

Hoy es noche de sombras


Hoy es noche de sombras
de recuerdos-espada
la soledad me tumba.
Nadie que aguarde mi llegada
con un beso
y un ron
y mil preguntas.
La soledad retumba.
Quiere estallar de rabia
el corazón
pero le brotan alas.

De Claribel Alegría.

Eres recuerdo


No sé si con tu muerte
has quedado a la zaga
¿eres recuerdo?
o has dado un salto repentino
que yo tendré que hollar
hasta alcanzarte.


De Claribel Alegría.

Llegué a visitar al poeta


Llegué a visitar al poeta
Exactamente al mediodía, un domingo.
En el cuarto espacioso reinaba el silencio
Afuera, en la calle, hacía frío.

Un sol agradable se paseaba
Sobre el tupido humo grisazul...
El poeta me miraba fijamente,
En silencio, como un gran anfitrión.

Es mejor ser cuidadosa
Y no mirar nunca a sus ojos;
Son ojos tan extraños
Que jamás se pueden olvidar.

No olvidaré ese encuentro
Aquel brumoso mediodía de domingo
A las orillas del Neva
En una casa grande y gris.
De Ana Ajmatova.

Otoño


¿Qué estoy haciendo ahora,
varada en mi ventana,
mientras un nuevo otoño
incendia los pinares
y derrama en mi mesa
su dulce llamarada?

(Y tu piel allá lejos,
y tu boca temprana)

¿Y por qué este inventario
de ardores y de inviernos,
de la sed y del agua?

(Y tu risa perfecta.
Y tu boca lejana...)


En la soledad espesa
de esta noche de octubre
una puerta se abre...
Tal vez sea sólo el viento.
Seguramente, nadie.

Tal vez sólo la lluvia,
penetrante y cercana,
con sus húmedos dedos
llamando en mis cristales.

Tal vez sólo el crujido
con que se ensaña el tiempo
sobre la piel opaca de las fotografías

Tal vez nunca se abra
la puerta del deseo.

Mas tal vez esta noche
de octubre suntuoso
se produzca el milagro.

(Y ni yo sé decir
el milagro que espero...)


De Isabel Rodríguez Baquero.


domingo, febrero 20

Insomnio


¡Insomnio, amigo mío!
Otra vez tu mano.
Mientras alzo mi copa
te encuentro en la callada,
en la sonora noche.

¡Déjame que te embruje!
¡Prueba!
No trates de ascender
sino de ir hacia adentro...
Ya te llevo...
Susurra con los labios:
¡Paloma! ¡Amigo!
Prueba.
Déjame que te embruje.
Bebe
de todas las pasiones,
huye
de toda noticia.
Calma.
Concede,
amiga...
Abre los labios.
Abre los labios al placer
y, al borde de la tallada copa,
bebe.
Absorbe.
Traga
hasta el no-ser.
¡Amigo! ¡No te enfades!
¡Déjame que te embruje!
¡Bebe!
De todas las pasiones
la más apasionada,
y de todas las muertes
la más dulce... mis manos.

¡Déjame que te embruje! ¡Bebe!
Desaparece el mundo. Ningún lugar:
orillas inundadas... Bebe mi golondrina
perlas fundidas.
Y tú bebes el mar,
bebes el alba.
¿Con qué amante es la juerga?
¿Con el mío?
Bebe, pequeño,
que ya compararemos.

Y si preguntan, ¡responderé!
El porqué de las mejillas lívidas.
Con Insomnio me fui de juerga, sí.
Con Insomnio me fui de juerga.
De Marina Tsvetaieva.

Es sencilla mi ropa


Es sencilla mi ropa,
pobre mi hogar.
¡Soy una isleña
de islas remotas!

¡Nadie me hace falta!
si entras -pierdo el sueño.
Por calentarle la cena a un Extraño
quemaría mi casa.

Si me miras -ya nos conocemos,
si entras -¡quédate a vivir!
Es sencillo nuestro fuero,
está escrito en la sangre.

En la palma de la mano tendremos
la luna, si nos place.
Si te vas -es como si no existieras,
y como si tampoco yo existiera.

Miro la marca del cuchillo:
¿sanará antes
de que venga otro extraño
a pedirme agua?
De Marina Tsvetaieva.

Te quiero porque...


Te quiero porque aprendo contigo a ser distinta...


Te quiero porque aprendo contigo a ser distinta.
A sonreír de pronto
cuando me miras detrás de los paisajes
que inventas para mí cada mañana.
Porque recortas telas, cartones, ventanales,
tejados y azoteas.
Porque pintas cobaltos y rojos bermellones
o simplemente hieres de azules y azafranes
las puertas de mi casa.
Porque eres suave y hueles como las caracolas
y, en ciertas ocasiones, me robas los perfumes
que ya nunca me pongo.

* * *

Te quiero porque fumas...


Te quiero porque fumas y bebes y blasfemas
y escribes sin cesar por las paredes
o en la estación del tren
o en los bordes urgentes de una alcoba vacía.
Porque le has puesto verbos al dolor que te invade
y aunque lo llames Marta
soy yo quien te acompaña
por esa travesía pesarosa de un nombre.
Y te quiero por todo o casi ya por todo
lo que me das o quitas o me pones.
Y sabes, tú lo sabes, y yo también lo sé,
que formas laberintos para que me distraiga
y me quede dormida cuando llega la tarde.

* * *

Te quiero porque un día ...

Te quiero porque un día me llevaste hasta el río
y al vuelo de las aves que anidan en el agua.
Y me tocaste el hombro para darme el aliento
que pierdo en ocasiones.
Porque me miras grave
y me guiñas los ojos para poder seguirte.
Y me alientas,
y me acoges,
y me retienes por el aire cuando vuelo sin rumbo
o he perdido el oriente.

De Elsa Lopez


sábado, febrero 19

Hay


Hay destinos
donde lo que carece de temblor no es sólido.
Hay amores
en los que el mundo no te basta, falta un pasito.
Hay placeres
en los que te castigas por el arte, pues el arte es pecado.
Hay momentos de mutismo
en que la boca de la mujer hace pensar que el pudor es sólo
cuestión de sexo.
Hay cabellos teñidos por un meteoro
donde es el diablo quien hace la raya.
Hay soledades
en las que miras sólo con un ojo y miras sólo sal.
Hay momentos de frío
en los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas.
Hay momentos de gravedad
en los que sientes que has caído ya entre los que caen.
Hay silencios
que debes expresarlos tú, ¡precisamente tú!
De Vladimir Holan.

miércoles, febrero 16

Desafío a la vejez


Cuando yo llegue a vieja
- si es que llego -
y me mire al espejo
y me cuente las arrugas
como una delicada orografía
de distendida piel.
Cuando pueda cortar las marcas
que han dejado las lágrimas
y las preocupaciones,
y ya mi cuerpo responda despacio
a mis deseos,
cuando vea mi vida envuelta
en venas azules,
en profundas ojeras,
y suelte blanca mi cabellera
para dormirme temprano
- como corresponde -
cuando vengan mis nietos
a sentarse sobre mis rodillas
enmohecidas por el paso
de muchos inviernos
sé que todavía mi corazón
estará - rebelde - tictaqueando
y las dudas y los anchos horizontes
también saludaran mis mañanas.
De Gioconda Belli

lunes, febrero 14

Ensueño


Para fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema
que en el más brioso y rápido corcel
Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre sólo de silencio y paz.

De Emily Dickinson.

In requiem


Estoy cansada de amar,
y de vivir,
y de morir.
Estoy cansada de pensar que amo,
y que vivo,
y que muero.
Quiero salir del mundo
y entrar en mi casa.
Estoy cansada de vivir la orilla del amor.
Busco la cercanía del pez,
sus grandes ojos subterráneos.
Mis manos recorrerán su cuerpo,
hablaremos en burbujas,
óvalos serán nuestros besos.
Comeremos, dormiremos,
nos abrazaremos al fondode las rocas.
Pero no basta ser pez. Oro en el ojo.
Es origen dar pasos en la niebla,
caminar la tempestad
y ropas y cabellos y cuerpos
se deslían, silentes, en la imagen.

De Jeannette Clariond.

sábado, febrero 12

El fin de la jornada


Bajo una pálida luz
Corre, danza y se retuerce
La Vida, impura y gritona.
Tan pronto como a los cielos
La gozosa noche asciende
Y todo, hasta el hambre calma,
Ocultando la vergüenza
Se dice el Poeta: «¡Al fin!
Mis vértebras, como mi alma,
Codician dulce reposo;
De fúnebres sueños lleno
La espalda reclinaré
Y rodaré entre tus velos,
¡Oh refrescante tiniebla!»

De Charles Baudelaire.

A una transeúnte


La calle atronadora aullaba en torno mío.
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina
Una dama pasó, que con gesto fastuoso
Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos,
Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas.
De súbito bebí, con crispación de loco.
Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,
El placer que aniquila, la miel paralizante.
Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza
Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer.
¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás?
¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,¡
Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!

De Charles Baudelaire.

viernes, febrero 11

Disyuntiva


La tentación se llama amor
o chocolate.
Es mala la adicción.
Sin paliativos.
Si algún médico,
demonio o alquimista
supiera de mi mal
cosa sería de andar
toda la vida por curarme.
Pues tan sólo una droga,
con su cárcel del olvido
me salva de la otra.
Y así, una vez más,
es el conflicto:
O me come el amor,
o me muero esta noche de bombones.

De Juana Castro.

El desconocido


Un desconocido es mi amigo
uno a quien no conozco
Un desconocido lejano, lejano
por él mi corazón está lleno de nostalgia
Porque el no está cerca de mi
quizá porque no existe?
Quién eres tú
que llenas mi corazón de tu ausencia
que llenas toda la tierra de tu ausencia?

De Par Lagerkvist.

miércoles, febrero 9

Viaje


He cerrado mi maleta
sobre el viejo cadáver
que alimento a diario,
con el forro gastado
de sus ropas cansinas,
su casi imperceptible
olor a camposanto,
su traslúcida piel.
He cerrado mi puerta
tras el silencio espeso
de la alcoba vacía,
con sus sábanas yertas
de irrevocable ausencia,
sus ventanas cerradas
al rumor de la vida,
su lenta oscuridad.
He cerrado mi maleta
y he metido en el fondo,
con mi viejo cadáver,
un candil de esperanza
y unas gotas de olvido,
un traje de deseo
y unas botas de andar;
y he salido a la luz.
He cerrado la casa.
Les he vuelto la espalda
a los ciegos rincones,
a las hoscas paredes
que musitan rencor,
y he comenzado un viaje
sin destino y sin rumbo,
un viaje que me enseñe,
desde los vericuetos
y vueltas del camino,
a enterrar mi cadáver definitivamente
y a nacer otra vez

De Isabel Rodríguez Baquero.

Monotonía


A un día monótono
otro monótono, invariable sigue:
Pasarán las mismas cosas, volverán a pasar -
los mismos instantes nos hallan y nos dejan.
Un mes pasa y trae otro mes.
Lo que viene uno fácilmente lo adivina:
son aquellas mismas cosas fastidiosas de ayer.
Y llega el mañana ya a no parecer mañana.

De Konstantinus Kafavis

Fuí


No me ligué.
Por entero me liberé y me fui.
Hacia goces que estaban
parte en la realidad,
parte en mi ser,
en la noche iluminada fui.
Yo bebí un vino fuerte,
como sólo el audaz bebe el placer.

De Konstantinus Kafavis

sábado, febrero 5

Cotidiana llegada


Estoy aquí.
Pasa.
Un momento y termino.
Algo difícil sobre consonantes absurdas...
¿Hace frío?¿Hace amor, lluvia, viento?
¿Qué me traes?
¿Hemos tenido hijos esta noche?
Siéntate. ¿Puedes?Quito libros, papeles.
Como siempre la invasión de las letras
que ya trepan, ¿las ves?,por paredes y techos.
Tienes las manos pálidas
y en tu cara amanece el cansancio.
Deja que también pasen los árboles,
contigo,el bosque, el mar, las grandes cataratas.
Esa ardilla que tengo aquí,en el hombro,
me cuchichea brisas
y los pájaros llenan de insurrección la casa.
¿Quieres café, un zumo, coca-cola?
La silla tiene flojos los huesos,
has de perdonarla,ya es vieja...
(¿Un ave lira?
¿La flor del Paraíso a punto ya de ser manzana?
¡Qué detalle!)
Quiero que estés contento de mí.
Escribo mucho.Tanto como querías tú.
¿Qué ocurre?La niebla se interpone, no te veo.
Los pájaros te ocultan
y esas ramas me vuelven parte del bosque.
Habla.Que te oigan mis hojas.
Que mis ojos vegetales te sepan cerca.
Tengo nidos en los brazos y el pelo.
Llega una taza de café volando del comedor,
y a la terraza le nace un sauce,
ese árbol triste, ese árbol que llora.

De María Beneyto