miércoles, febrero 3

Aléjate de mí...


Aléjate de mí. Mas sé que, para siempre,
he de estar en tu sombra. Ya nunca, solitaria,
irguiéndome en los mismos umbrales de mi vida
recóndita, podré gobernar los impulsos

de mi alma, ni alzar la mano como antaño,
al sol, serenamente, sin que perciba en ella
lo que intenté hasta ahora apartar: el contacto
de tu mano en la mía. Esta anchurosa tierra

con que quiso alejarnos el destino, en el mío
deja tu corazón, con latir doble. En todo
lo que hiciere o soñare estás presente, como

en el vino el sabor de las uvas. Y cuando
por mí rezo al Señor, en mis ruegos tu nombre
escucha y ve en mis ojos mezclarse nuestras lágrimas.

De Elizabeth Barret Browning.

Carta de una suicida...


Todo lo perdido
nuestro para siempre,
a prueba de vida,
a prueba de muerte.

Hoy soñé que ayer
era diferente
y me desperté
para no perderte.

Hoy soñé que era
lo mismo mañana:
por tenerte siempre
me morí en la cama.

De Ulalume González de León