viernes, enero 28

Tarde


Pálidas están mis ganas de vivir,...
Caí tan sola sobre la tierra,
Nunca ha sabido un hombre de dónde vine,
Sólo tú, pues algún día me uniré contigo.
Las bahías me rodean desde lejos,
Todas las cosas las vivo en la espuma.
El hombre que hostil me persigue, se estrella.
Y sé sólo de él en el sueño.
Y así vivo la creación de este mundo,
En la tierra ya liberada de su cáscara.
Y tú, la estrella, que del alto cielo cae,
Se entierra profundamente
en el valle de mi corazón.
La tarde oscurece mucho mi sangre,
Vetea atormentada mi alma cansada.
Desnuda asciende de nuevo
desde la marea anterior al mundo
Y teme que encarnada
aquí en la tierra se equivoque.
Y lo que el día, antes de despertar,
Se perdió de la aurora...
Se lo ofrece el soñador juego
de imágenes nocturnas
En tejidos multicolores.
Me traen lejanas manos a casa
Un piadoso ramo de hoces amarillas.
La manecilla anda silenciosa por la esfera
Del reloj de sol, que oro de mi vida tiene.

De Else Lasker-Schuler

Invasión.


En perfectas escuadras de belleza
los pájaros invaden la tarde con sus alas.
La cintura del vientose retuerce
en los brazos fornidos de los árboles
y suspiran las hojas débilmente
por los besos que crujen en las ramas.
Es sábado.
No me hace falta más para sentirme libre
en un mundo de esclavos.

De Ana María Iza