sábado, septiembre 18

Ven


Ven, oye, yo te evoco.
Extraño amado de mi musa extraña,
ven, tú, el que meces los enigmas hondos
en el vibrar de las pupilas cálidas.
El que ahondas los cauces de amatista
de las ojeras cárdenas...Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña!
Ven, tú, el que imprime un solemne ritmo
al parpadeo de la tumba helada!
el que dictas los lúgubres acentos
del decir hondo de las sombras trágicas.
Ven, tú, el poeta abrumador,
que pulsas la lira del silencio: la más rara!
La de las largas vibraciones mudas,
la que se acorda al diapasón del alma!
Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña!
Ven acércate a mí, que en mis pupilas
se hunden las tuyas en tenaz mirada,
vislumbre en ellas el sublime enigma
del "más allá", que espanta...
Ven... acércate más... clava en mis labios
tus fríos labios de ámbar,
guste yo en ellos el sabor ignoto,
de la esencia enervante de tu alma!
Ven, oye, yo te evoco
extraño amado de mi musa extraña!

De Delmira Agustini

El Arroyo


¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena...
Yo muero extrañamente...
No me mata la Vida,
¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena...
Fluía triste y triste como un llanto de ciego
cuando en las piedras grises
donde arraiga la pena como un inmenso lirio
se levantó tu ruego.
Mi corazón, la piedra más gris y más serena,
despertó en la caricia de la corriente
y luego sintió cómo la tarde, con manos de agarena,
prendía sobre él una rosa de fuego.
Y mientras la serpiente del arroyo
blandía el veneno divino de la melancolía,
tocada de crepúsculo me abrumó tu cabeza,
la coroné de un beso fatal,
en la corriente vi pasar un cadáver de fuego...
Y locamenteme derrumbó
en tu abrazo profundo la tristeza.

De Delmira Agustini.